Una mañana difícil

Una mañana difícil

Tomates.
Necesitaba tomates. Su estómago gruñía exigiendo tomar algo que le saciara. Sasuke se levantó de la cama de un respingo, dispuesto a dirigirse a la nevera en busca de tan delicioso mangar, pero entonces reparó en un detalle; estaba desnudo. Inmediatamente se tapó con las sábanas, pensando en lo estúpido que era por su parte no darse cuenta de que no llevaba puesto su habitual pijama. Casi tan estúpido como cubrirse en el loft de New York, en el que habitualmente se encontraba solo… ¿Solo? Era inevitable no reparar en el tanga que estaba colgado del ventilador, aún en movimiento. Sasuke parpadeó intentando acordarse de la noche anterior, de la cual su cerebro devolvió recuerdos confusos y difuminados; Un pub lleno hasta los topes, una canción cutre, su grupo de amigos, el alcohol... algo extraño viniendo de él, puesto que rara vez salía por las noches.

Pero había algo más. Una chica… ¿Cómo era? Ah, si, tenía un color de pelo peculiar, realmente olía bien. Y tenía ojos bonitos. Y besaba bien. Por no hablar de cómo… Sasuke se sonrojó de repente, recordando de golpe todo lo sucedido. Se llevó una mano a la cabeza e intentó recordar el nombre de la chica; era algo como de flor...¿Rosa?¿Violeta?¿lechuga? Nada. Él nunca hubiera querído acostarse con nadie sin saber su nombre, realmente no se consideraba de “ese tipo de tíos”, pero, ahora mismo y con mono de tomates, su mente no le permitía recordar gran cosa.

Se giró hacia el otro lado de la cama, esperando que la imagen de la chica le refrescara la memoria, pero lo que vio lo dejó descolocado. O más bien lo que no vio. En el otro extremo de su cama no había nadie.

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Un armario no era un lugar cómodo. Sakura lo descubrió cuando, a las nueve y algo, oyó el ruido de los muelles de la cama de sasuke. Ella se había levantado un poco antes, y, al comprender la situación –se había acostado con el mayor sex simbol de la ciudad- se vistió todo lo rápido que pudo y se apresuró para marcharse. Con suerte, nunca más se volverían a ver, dado que (según la fama del azabache) él no solía salir mucho y ella se pasaba los fines de semana estudiando medicina para acabar la carrera. Pero había un problema un jodido problema. La puerta estaba cerrada, y a saber donde estaban las llaves. Ella, respirando hondo e intentando ser positiva, decidió que ahorcarse con una corbata de sasuke no era la mejor solución, y fue hasta el balcón para cerciorarse de que no había mucha altura. Bueno, si contabas con unos cuantos colchones y mucha suerte, puede que salieras a salvo de una caída de doce pisos de altura. Entonces fue cuando Sakura se dio cuenta de que no había escapatoria, y que tendría que esperar a que el chico se levantara para pedirle que abriera la puerta y que no comentara eso con nadie. Otra vez la idea de ahorcarse ocupaba el primer puesto.

— Joder joder ¡joder!

Se tapó la boca al recordar que no quería despertar a Sasuke, pero ya era demasiado tarde, el sonido de los muelles delató la situación, él se había despertado. Sin ningún remedio aparente, sakura corrió hacia una habitación y se escondió en el armario. Un lugar, que, definitivamente, no era nada cómodo. Por lo menos había corbatas.
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Se había puesto unos vaqueros y había ido en busca de la desaparecida …¿Margarita? ¿Pétula? Bueno, lo que fuera. No podía haber ido muy lejos, puesto que siempre cerraba con llave. Miró en la cocina, esperando ver a una apuesta señorita tomándose un café. Así él podría devolverle amablemente su tanga, abrir la nevera y comerse de una vez un tomate o dos. Pero no estaba allí, así que fue asta el salón tan pulcramente ordenado y pensando que tal vez ella había forzado la cerradura y había huído. Pero no, puesto que la puerta seguía cerrada a cal y canto. ¿Joder, a qué jugaba esa mujer? Alo mejor no había jugado bastante…

— ¿Hola?— Se sentía estúpido, pero tampoco la había encontrado en el baño ni en el balcón. Solo le quedaba la habitación de invitados. —¡Oye…! ¡Tú! Sé que estás ahí ¿vale? ¡Tengo tu tanga!

Dijo gritando al aire mientras se dirigía a la habitación de invitados, jugueteando con el tanga mientras se acercaba al armario vacío, pendiente de llenarse con la ropa de invitados. Justo cuando abrió la puerta de dicho mueble, una voz chillona se oyó.

— ¡¡¿¿TE HAS ACOSTADO CON SASUKE UCHIHA??!!
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Poco a poco, ella sintió los pasos de sasuke más y más cerca, y escuchó cómo este la llamaba, más ella no le prestó atención, puesto que, aún escondida dentro del armario, intentó buscar una solución. Con la rapidez que solo concede la costumbre, tecleó el número de su compañera de piso, Ino. Que siempre tenía un buen consejo para situaciones estrambóticas, puesto que ella en sí misma lo era. Al otro lado de la linea se escuchó una voz cansada, la muy vaga aún no se había levantado, así que su tono era lo suficientemente bajo como para que no se escuchara en el exterior.

—¿…sa..kura?

— ¡Ino! Tienes que ayudarme, ¡sácame de aquí!—Dijo susurrando

— ¿…Eh?

— ¡Tshh!¡despierta!¡me a pasado algo muy muy malo!— Sus palabras, aunque casi inaudibles, eran rápidamente musitadas— ¡Necesito un consejo!

— Ufff… dime, ¿qué te pasa?— Los pasos de sasuke se dirigieron a la cocina, alejándose de la habitación.

— Yo, yo… Me he acostado con alguien que no conozco y ahora estoy encerrada en su piso, me está buscando, me e escondido en su armario ¡y no sé que leches hacer!

— Vaaya con la pequeña sakuritaa —Las últimas frases habían despertado por completo a Ino— ¿Quién…?

— ¡No hay tiempo!— Los pasos de sasuke volvieron a acercarse, esta vez hacia el baño—-¡ Dime que hacer!

— Ok, ok… haber, tienes que seguir un plan, ¿vale? Escúchame bien.

— Un plan, te entiendo, sigue.

— Bien, tienes que comportante completamente NORMAL, como si no hubiera pasado nada raro, ¿Me oyes? No te disculpes, ni te sonrojes, pensará que eres más lunática de lo que ya eres, ten algo de dignidad y afronta la situación como si fuera una mañana más. A todo esto, ¿Quién es? —Sasuke llegó a la habitación, y se acercó lentamente al armario.

— Es… sasuke Uchiha.

— ¡¡¿¿TE HAS ACOSTADO CON SASUKE UCHIHA??!!
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Aquella situación le parecía surrealista; Una extraña con la cual había tenido sexo estaba escondida en su armario de invitados, hablando por el móvil con una histérica que no paraba de exigirle cosas muy vergonzosas.

— ¡Escúchame! Tienes que explicarme con todo lujo de detalles como has conseguido a ese semental! Joder, llevo meses esperando encontrármelo en alguna discoteca por que, nena, es una leyenda, y ahora llegas tu y te lo cascas!¡Y te escondes en su armario! ¡¡¿¿HOLA??!!

Sasuke se sonrojó, conocía su ‘fama’ de boy, pero ciertamente nunca había escuchado tan abiertamente comentarios como aquellos. Además, su cuerpo no respondía, quizás por la bochornosa situación o por las palabras de la hablante de…

— Sakura…—La voz de Ino y de Sasuke susuró una misma palabra, dado que este último había recordado su nombre por fín.

Entonces ella se movió. Rompió el incesante monólogo de Ino apagando el móvil, levantó la mirada, salió del armario, sonrió y dijo

— Oye, tengo mucha hambre… ¿Qué tienes para desayunar?
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No se le había ocurrido nada mejor que eso. Segundos antes, cuando sasuke había abierto la puerta del armario, Sakura se había quedado empanada. De repente, y al nombrar a la persona con la cual se había acostado, ella sintió el cosquilleo de esos intensos ojos negros mirándola, y recordó todo lo que habían hecho la noche anterior, el olor de sasuke, sus movimientos, el tacto suave y áspero de su piel… un escalofrío la recorrió la espina dorsal de ella y podía haberse quedado mirándole toda la mañana de no ser por las palabras que su móvil emitía. Avergonzada, ya se disponía a pedír mil disculpas y suplicar por que la llevara fuera del piso. Pero entonces recordó algo << No te disculpes, ni te sonrojes, pensará que eres más lunática de lo que ya eres, ten algo de dignidad y afronta la situación como si fuera una mañana más>> Y se propuso seguir el plan. Apagó el movil, salió del armario, sonrió y dijo lo primero que se le ocurrió. Entonces prometió no volver a hacer caso de los consejos de Ino. Nunca más.

— Hay café.—Por un momento olvidó que le había preguntado qué desayunar.— Está en a la cocina.

Ella le siguió, sonrojada a causa de la situación. Sasuke empezó a preparar el café, mientras ella se sentó en una cómoda silla, lo más lejana posible de la encimera en la cual la cafetera comenzaba a hacer su trabajo. Sin embargo, sakura pudo apreciar que él solo preparaba una taza de café al sacar una única taza con publicidad de coca-cola. Ella no pensaba sacar tema de conversación (bastante la había cagado ya), pero odiaba el silencio violento que se estaba formando. Di algo…¿el qué?...lo que sea pero di algo…

— Yo… quiero el café con azúcar.

— No tengo azúcar

— …¿Por qué?—

— No me gusta el dulce.—Dijo él abriendo la nevera.

— ¿A quien no le gusta lo dulce?— menudo bicho.

— Lo pregunta la persona que se esconde en el armario de un extraño— sasuke puso una mueca; no quedaban tomates en la nevera— Con el cual se a acostado mientras estaba borracho— La miró de arriba a bajo —Por lo visto, muy muy borracho.

Oye lo siento, ¿Vale?—Sakura giró la cabeza, escondiendo un nuevo sonrojo— Nunca había hecho algo así.
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Sasuke alzó una ceja, el café estaba a punto de acabarse. Se giró y apoyó su cadera en la mesa, cruzando los brazos y mirando detenidamente a su ‘invitada’. Desde luego, su última frase no se la esperaba; Quizás fuera por su apariencia (era demasiado bonita como para ser lista) o por las palabras de su amiga, que no denotaban unos conocidos demasiado castos. Desde luego, no tenía la más mínima intención de ocultar su carácter; descortés y prepotente, pero sincero al fin y al cabo. El carácter de su compañera le causaba curiosidad, pues por un lado parecía ser una niña pija, y sin embargo, tenía algo parecido al carácter… algo… bueno, algo molesto.

Sasuke no tenía tomates, así que tenía que compensarlo de algún modo. Un polvo mañanero le vendría bien.



— Me tengo que ir enseguida, tengo que estudiar para un examen de biología, así que si me pudiera ir cuanto antes te lo agradecería.

— De acuerdo—Dijo con una sonrisa ladeada.— Sabes, ayer no lo pasé mal

— ¿…Eh?— Sakura hizo oídos sordos. Lalala, habla chucho, que no te escucho.

— Nada, nada…—se acercó, le dio el café y ella empezó su desayuno.—Decía que—Se sentó junto a ella y le susurró al oído— no me importaría repetir.— Y la miró sus intensos ojos encendidos.

Sakura tragó saliva, desde luego a ella tampoco le importaría, pero decidió no responder y tomarse el café de golpe.

— Ya está. ¿Me dejas irme, por favor?

Él se extrañó. Ninguna mujer acostumbraba a contradecirle, aún menos a ignorarle. Alejó la taza de los finos dedos de ella y pasó lentamente su nariz por el cuello de sakura.

— ¿Rechazas mi oferta…?

¡Hormonas de mierda! Esa voz varonil y grave la estaba matando… se levantó de golpe cerrando los ojos y con una sonrisa tensa. Él, a sabiendas de que no repetirían la experiencia, se levantó junto a ella y llevó la taza al fregadero, poniendo los ojos en blanco. Esa mujer era, realmente molesta, pero lo peor es que algo le picaba en el interior, deseaba conocerla mejor, le parecía interesante, no era tonta y lo hacía bien. Cerró los ojos y sonrió; no la iba a dejar escapar.

— Ok, te acompaño.

— ¿Qué?

— ¿Dónde vives?

— ¿Por qué me quieres acompañar?

— ¿Crees que lo he hecho por ser cortés?¿Hay algún supermercado por tu calle?

— ¡Para qué respondes a mis preguntas con mas preguntas ¡¡Quiero que me dejes salir de tu casa o si no llamo a la policía, ¿¡me oyes?! Gritaré muy muy alto y todo el mundo me— Él Acalló sus palabras besándola en la boca. Sakura, a pesar de la sorpresa, cerró los ojos e incluso lo devolvió antes de terminar su frase. — podrá oir.

— Ahora dime si hay algún maldito lugar cerca de tu casa donde pueda comprar tomates.

— Ha-hay una frutería —Sakura musitó las palabras. Estaba harta de aquel tipo; primero se acuesta con ella, luego le da un café sin azúcar, le pone y luego… le pide tomates. ¿Y decían que sasuke era cool?

No le dio tiempo a pensarlo, puesto que las llaves tintineaban en la mano de él. Gracias a dios, había una frutería dos manzanas al lado de su calle. Aunque sonara estúpido, quería estar… cerca suyo.
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Al fin de semana siguiente, sakura fue visitada por un caballero no muy inusual.

— Hola sakura.—Sonó al otro lado del portero automático—Soy sasuke. Y vas a venir a cenar conmigo hoy a las diez.

No estaba dispuesta a bajar. Pero tampoco a colgarle.

— ¿Qué te hace pensar que Quiero ir contigo?

— No sé si querrás o no, pero lo vas a hacer

— ¿A, si? Y ¿por que?

— Por que tengo tu tanga, y no pienso devolvértelo hasta que cenes conmigo. Vístete con propiedad. Te espero en la esquina de la frutería, a las diez.

Sakura colgó. A su lado, Ino, su compañera de piso, estaba histérica

— ¡¡Te a pedido una cita sasuke Uchiha!!

— No me ha pedido una cita, me ha sobornado

— Pero, ¿vas a ir o no?

— Si. Pero no es lo que piensas, ese tanga es… importante para mi.

— Ya, ya…

Ni siquiera se acordaba del color de la prenda.
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